sábado, 26 de febrero de 2011

livelovelaugh.



La vida no espera, no avisa, ni se hace tu amiga. La vida es un juego, con una partida. Nos trata de tú, nos grita y nos mima. Nos reta, nos pone un exámen al día. La vida es lo único que manda en la vida. La vida es la vida, nos pone y nos quita. La vida no es tuya, ni tuya ni mía.

jueves, 24 de febrero de 2011

there's no use in trying when the pieces don't fit anymore

Me he vuelto una escéptica del amor, en cuanto a relación sentimental se refiere. Siempre he sido creyente respecto a ello y algún día cambiaré de opinión sobre mi escepticismo. El problema llegará en ese momento. El problema es elegir una pareja que sea adecuada. No sé cómo serían los hombres de generaciones pasadas pero sí sé que los de ahora no merecen la pena, ninguno. Y de haberlos, son los menos y a saber en qué parte del mundo se encuentran.

Los chicos de hoy en día sólo piensan en sexo, en salir, beber, en drogarse, en pasar el rato con "los colegas", en destrozarse el cuerpo, dejando que los días pasen sin hacer nada provechoso. Es amor al cuerpo lo que existe hoy en día por lo general. Amor al propio cuerpo y amor al cuerpo de la más guapa. Las consecuencias de todo eso al final, estoy segura, son de todo menos buenas y yo no quiero alguien así en mi vida. Los que no pierden su tiempo, tampoco merecen la pena. Saben mucho sí, mucho de teoría y poco de práctica, esos no saben tratarte en condiciones, les faltan valores. Y a esos, tampoco los quiero.

Si quisiera encontrar pareja ahora mismo sé que no podría, puede que sea muy exigente, o que verdaderamente haya un problema con esta sociedad de necios ¿dónde está ese chico responsable, ambicioso (en el buen sentido de la palabra), con perspectiva de futuro, de formar una familia, que tenga amigos, salga, beba con moderación y se eche un cigarrillo de vez en cuando si le apetece, que sepa cómo tratarte, sepa quererte y reúna las características que cualquier persona normal debería tener? ¿Dónde está? Sinceramente, no quiero saberlo. Además, no existe.

martes, 22 de febrero de 2011

Tu rostro mañana

Fueron aquellas palabras que dejaste caer como si nada las que me pusieron en guardia, o las que empezaron a retraerme. Tu reacción fue decepcionante, y hube de preguntarme si no me había equivocado contigo; pero eso era haberme equivocado durante demasiado tiempo, luego quizá habías cambiado. No aguanté aquellos reproches, tan insistentes e injustos que pensé si no eran solo un pretexto tuyo, el modo mejor de enfriarme; y en verdad me quedé helada. Sí, solemos saber cuando algo se tuerce o se rompe o cansa. Pero esperamos siempre que se enderece o se suelde o nos recupere (por sí solo a veces, como por arte de magia) y que ese saber no se confirme; o si notamos que la cosa es aún más simple, que algo de nosotros fastidia o desagrada, nos hacemos voluntariosos propósitos para enmendarnos. Son teóricos e incrédulos, sin embargo, esos propósitos. En realidad sabemos que no seremos capaces, o que ya nada depende de lo que hagamos, ni de que nos abstengamos. Es la misma sensación que los antiguos tenían cuando a sus labios o a sus pensamientos acudía esa expresión que nuestro tiempo ha olvidado, o más bien ha rechazado, y se lo reconocían: ''La suerte está echada''. Y aunque la frase esté casi abolida, esa sensación persiste. ''Ya no hay vuelta de hoja'', eso sí me lo digo yo a veces.


domingo, 20 de febrero de 2011

ni el sol ve nada hasta que el cielo está escampado

Cuando has recibido tanto amor y felicidad de alguien es natural ser reacio a cerrar ese capitulo de tu vida. Seguir adelante rara vez se consigue sin considerable dolor y tristeza y aunque nuestra pena sea profunda, las nubes escamparán y el sol volverá a brillar.


domingo, 13 de febrero de 2011

La libertad y los árabes

El movimiento popular que ha sacudido a países como Túnez, Egipto, Yemen y cuyas réplicas han llegado hasta Argelia, Marruecos y Jordania es el más rotundo desmentido a quienes, como Thomas Carlyle, creen que "la historia del mundo es la biografía de los grandes hombres". Ningún caudillo, grupo o partido político puede atribuirse ese sísmico levantamiento social que ha decapitado ya la satrapía tunecina de Ben Ali y la egipcia de Hosni Mubarak, tiene al borde del desplome a la yemenita de Ali Abdalá Saleh y provoca escalofríos en los gobiernos de los países donde la onda convulsiva ha llegado más débilmente como en Siria, Jordania, Argelia, Marruecos y Arabia Saudí.

Es obvio que nadie podía prever lo que ha ocurrido en las sociedades autoritarias árabes y que el mundo entero y, en especial, los analistas, la prensa, las cancillerías y think tanks políticos occidentales se han visto tan sorprendidos por la explosión socio-política árabe como lo estuvieron con la caída del muro de Berlín y la desintegración de la Unión Soviética y sus satélites. No es arbitrario acercar ambos acontecimientos: los dos tienen una trascendencia semejante para las respectivas regiones y lanzan precipitaciones y secuelas políticas para el resto del mundo. ¿Qué mejor prueba que la historia no está escrita y que ella puede tomar de pronto direcciones imprevistas que escapan a todas las teorías que pretenden sujetarla dentro de cauces lógicos?

Dicho esto, no es imposible discernir alguna racionalidad en ese contagioso movimiento de protesta que se inicia, como en una historia fantástica, con la inmolación por el fuego de un pobre y desesperado tunecino de provincia llamado Mohamed Bouazizi y con la rapidez del fuego se extiende por todo el Oriente Próximo. Los países donde ello ha ocurrido padecían dictaduras de decenas de años, corruptas hasta el tuétano, cuyos gobernantes, parientes cercanos y clientelas oligárquicas habían acumulado inmensas fortunas, bien seguras en el extranjero, mientras la pobreza y el desempleo, así como la falta de educación y salud, mantenían a enormes sectores de la población en niveles de mera subsistencia y a veces en la hambruna. La corrupción generalizada y un sistema de favoritismo y privilegio cerraban a la mayoría de la población todos los canales de ascenso económico y social.
Ahora bien, este estado de cosas, que ha sido el de innumerables países a lo largo de la historia, jamás hubiera provocado el alzamiento sin un hecho determinante de los tiempos modernos: la globalización. La revolución de la información ha ido agujereando por doquier los rígidos sistemas de censura que las satrapías árabes habían instalado a fin de tener a los pueblos que explotaban y saqueaban en la ignorancia y el oscurantismo tradicionales. Pero ahora es muy difícil, casi imposible, para un gobierno someter a la sociedad entera a las tinieblas mediáticas a fin de manipularla y engañarla como antaño. La telefonía móvil, el internet, los blogs, el Facebook, el Twitter, las cadenas internacionales de televisión y demás resortes de la tecnología audiovisual han llevado a todos los rincones del mundo la realidad de nuestro tiempo y forzado unas comparaciones que, por supuesto, han mostrado a las masas árabes el anacronismo y barbarie de los regímenes que padecían y la distancia que los separa de los países modernos. Y esos mismos instrumentos de la nueva tecnología han permitido que los manifestantes coordinaran acciones y pudieran introducir cierto orden en lo que en un primer momento pudo parecer una caótica explosión de descontento anárquico. No ha sido así. Uno de los rasgos más sorprendentes de la rebeldía árabe han sido los esfuerzos de los manifestantes por atajar el vandalismo y salir al frente, como en Egipto, de los matones enviados por el régimen a cometer tropelías para desprestigiar el alzamiento e intimidar a la prensa.
La lentitud (para no decir la cobardía) con que los países occidentales -sobre todo los de Europa- han reaccionado, vacilando primero ante lo que ocurría y luego con vacuas declaraciones de buenas intenciones a favor de una solución negociada del conflicto, en vez de apoyar a los rebeldes, tiene que haber causado terrible decepción a los millones de manifestantes que se lanzaron a las calles en los países árabes pidiendo "libertad" y "democracia" y descubrieron que los países libres los miraban con recelo y a veces pánico. Y comprobar, entre otras cosas, que los partidos políticos de Mubarak y Ben Ali ¡eran miembros activos de la Internacional Socialista! Vaya manera de promocionar la social democracia y los derechos humanos en el Oriente Próximo.
La equivocación garrafal de Occidente ha sido ver en el movimiento emancipador de los árabes un caballo de Troya gracias al cual el integrismo islámico podía apoderarse de toda la región y el modelo iraní -una satrapía de fanáticos religiosos- se extendería por todo el Oriente Próximo. La verdad es que el estallido popular no estuvo dirigido por los integristas y que, hasta ahora al menos, éstos no lideran el movimiento emancipador ni pretenden hacerlo. Ellos parecen mucho más conscientes que las cancillerías occidentales de que lo que moviliza a los jóvenes de ambos sexos tunecinos, egipcios, yemenitas y los demás no son la sharia y el deseo de que unos clérigos fanáticos vengan a reemplazar a los dictadorzuelos cleptómanos de los que quieren sacudirse. Habría que ser ciegos o muy prejuiciados para no advertir que el motor secreto de este movimiento es un instinto de libertad y de modernización.

Desde luego que no sabemos aún la deriva que tomará esta rebelión y, por supuesto, no se puede descartar que, en la confusión que todavía prevalece, el integrismo o el Ejército traten de sacar partido. Pero, lo que sí sabemos es que, en su origen y primer desarrollo, este movimiento ha sido civil, no religioso, y claramente inspirado en ideales democráticos de libertad política, libertad de prensa, elecciones libres, lucha contra la corrupción, justicia social, oportunidades para trabajar y mejorar. El Occidente liberal y democrático debería celebrar este hecho como una extraordinaria confirmación de la vigencia universal de los valores que representa la cultura de la libertad y volcar todo su apoyo hacia los pueblos árabes en este momento de su lucha contra los tiranos. No sólo sería un acto de justicia sino también una manera de asegurar la amistad y la colaboración con un futuro Oriente Próximo libre y democrático.
Porque ésta es ahora una posibilidad real. Hasta antes de esta rebelión popular a muchos nos parecía difícil. Lo ocurrido en Irán, y, en cierta forma, en Irak, justificaba cierto pesimismo respecto a la opción democrática en el mundo árabe. Pero lo ocurrido estas últimas semanas debería haber barrido esas reticencias y temores, inspirados en prejuicios culturales y racistas. La libertad no es un valor que sólo los países cultos y evolucionados aprecian en todo lo que significa. Masas desinformadas, discriminadas y explotadas pueden también, por caminos tortuosos a menudo, descubrir que la libertad no es un ente retórico desprovisto de sustancia, sino una llave maestra muy concreta para salir del horror, un instrumento para construir una sociedad donde hombres y mujeres puedan vivir sin miedo, dentro de la legalidad y con oportunidades de progreso. Ha ocurrido en el Asia, en América Latina, en los países que vivieron sometidos a la férula de la Unión Soviética. Y ahora -por fin- está empezando a ocurrir también en los países árabes con una fuerza y heroísmo extraordinarios. Nuestra obligación es mostrarles nuestra solidaridad activa, porque la transformación de Oriente Próximo en una tierra de libertad no sólo beneficiará a millones de árabes sino al mundo entero en general (incluido, por supuesto, Israel, aunque el Gobierno extremista de Netanyahu sea incapaz de entenderlo).
Mario Vargas Llosa. EL PAÍS.

sábado, 12 de febrero de 2011

stand by

Dos horas tirada en la cama, sin hacer nada más que pensar, ¿en qué? nada en especial, todo en general. Hoy sólo me apetece no hacer nada. Escuchar música, leer, fumarme un cigarro y pensar. Tengo la cabeza perdida, el cuerpo raro y no estoy mala. Es algo que no esperaba. Quiero llegar a comprenderlo, entender que los malos no están sólo en la vida de los demás y que las actuaciones "malas" también pueden tenerlas quienes menos esperas.

¿Puedo pedir un deseo? 

miércoles, 9 de febrero de 2011

en la vida todo pasa y pesa

Entiendo que esto es así, que es lo que tiene que pasar, que es como tiene que pasar. Lo acepto, porque además no me queda otra. Ya hace tiempo que lo he aceptado porque, entre otras cosas, me di cuenta de que si hay algo importante es estar bien consigo mismo para poder estar bien con los demás, no es que no lo estuviera pero debía matizar algunos puntos. Como siempre, todo lo malo tiene algo positivo y, una vez más, estoy consiguiendo sacarlo.

Quiero darte las gracias porque todo pasara como tenía que pasar, porque he aprendido, porque estoy consiguiendo matizar todo aquello que me faltaba, porque tengo las cosas muchísimo más claras, porque sé mucho mejor lo que quiero ser, cómo quiero serlo y me estoy empleando a fondo en ello y en ser feliz. Todo eso que estaba en mi cabeza "para cuando sea mayor" empiezo a hacerlo real. Y en cierto modo, todo lo que pasó me ha hecho pensar.

Lo mejor era cuando pensaba en un "para siempre", pensando que era algo incondicional y eterno. Supongo que eso siempre ocurre con una situación del estilo a aquella. Porque te sientes como un niño y para los niños nada es imposible. No me entristece pensar que no está siendo así y que no lo vaya a ser porque todo tiene un significado, porque las cosas no ocurren porque sí, porque no ha sido tiempo perdido, he sacado mucho de lo bueno y de lo malo que tuvimos. No me entristece, además, porque lo viví, disfruté, fui feliz y fue una etapa de mi vida, corta pero importante. No éramos cualquiera, alguien que te atrae y consigues, era mucho más y porque se acabara no tenemos que pensar que no era algo único, algo excepcional.

También quiero pedirte disculpas como miles de veces he hecho, por todo lo que cuando estás al borde de la desesperación, cuando no sabes donde meter tus pensamientos, recuerdos, ganas, etc.; cuando no sabes qué hacer y dejas que tu mente fluya, escribes y hablas sin pensar, porque no eres plenamente consciente de lo que haces, aunque lo creas, y ahora, viéndolo desde otra perspectiva y desde fuera como cualquier persona, me doy cuenta de que no es así como pienso de ti, que no es eso lo que quiero, que no estuvo nada bien y que no se asemeja nada a mi forma de ser.

Sí he de confesar que hay una única cosa que me inquieta ahora que me he recuperado y que lo veo todo diferente, y es el pensar que tú verdaderamente no quieres ni necesitas saber de mí como de cualquier persona especial en tu vida, que no quieras escuchar mi nombre, que no tengas ninguna intención de vernos si no es porque sea inevitable o se dé la casualidad. Me inquieta pensar que desde la penúltima vez que hablamos hasta ahora hayas cambiado, hayas pensado y nada de lo que parecía que era y nada de lo que parecía que querías que pasara, quieras ahora que pase, esto es, no quieras que volvamos a tener relación, que seamos amigos si surge. Porque ahora, recuperada, sigues siendo importante, sigo queriéndote, sigo teniendo ganas de saber de ti, pero porque fuiste alguien importante que no se puede olvidar. Y todo esto lo digo desde el cariño y el amor que se puede tener a alguien como fuiste tú, como fuimos nosotros.

Quizás te interese saber que estoy bien, que soy feliz, que he logrado volver a la normalidad en mi vida. Me dedico por entero a mi futuro, a estudiar sin tonterías con empeño y ganas. A aprender, que es lo que quería y quiero. Sí es cierto que de alguna manera me falta poder preguntarte cuando quiera cómo estás, o saber que te hará ilusión verme si voy a Madrid, pero ahora mismo tampoco me es imprescindible. Confío en que cuando llegue el momento todo sea más normal entre nosotros.

Dirijo estas palabras a alguien y a nadie a la vez, porque no lo leerás, ni tampoco lo pretendo. Sólo me doy cuenta de lo que el tiempo es capaz de conseguir en uno mismo y eso ya me es suficiente.

domingo, 6 de febrero de 2011

Domingo por la tarde. Uno más. Un montón de temas por estudiar y la cabeza en no sé donde. ¿Qué pasa? No es momento de venirse abajo. Ahora no. No es momento de pensar en cosas que no merecen tu tiempo. No tienes tiempo que desperdiciar. Piénsalo, sabes lo que quieres y también lo que no quieres. ¿Por qué dejas que lo que no quieres se apodere de ti? Estás siendo muy fuerte. Tienes que seguir así. No vale llorar. No está permitido llorar.

No sirve de nada estancarte en recuerdos o en hechos que no tienen cabida en tu vida presente. Deja de malgastar tardes, sean domingos o jueves. Serán horas perdidas en nada. Hasta ahora están siendo las menos. ¿Por qué estropearlo? Sí, cuando algo insiste en fastidiar es complicado hacer como si nada y seguir. Pero, ¿quién dijo que esto fuera fácil? A estas alturas tienes prohibido venirte abajo. Con lo que has conseguido en tan poco tiempo, no. No puedes tirar ese esfuerzo a la basura.

Sonríe, vuelve a cargar tus pilas tan bien como sabes. Y, sobre todo, sigue así. Eres feliz.

jueves, 3 de febrero de 2011

ius civile

Oficialmente es mañana. Mañana empieza mi época de exámenes. Desde hace algunas semanas los días ya son de estudio sin parar, clases por la mañana, estudio por la tarde, viernes enteros en la biblioteca con tus amigas, un cigarrillo en los descansos y vuelta a estudiar. La misma rutina de siempre cuando se acercan exámenes.

Queda un largo tiempo de estudio, de sobreesfuerzo desmesurado. Con pequeñas dosis de descanso y una buena organización se hará más llevadero. Los días irán pasando casi sin darme cuenta. Con motivación todo será más ameno. Y la tengo.


Pronto será 18 de marzo y me sentiré algo más libre, al menos podré descansar sin pensar en el examen del viernes. Y quizás me encuentre con una sorpresa ese fin de semana que, desde luego, motiva y da fuerzas.

¡A estudiar!