Otro año más ha terminado la semana más esperada de todo el año. Esta vez ha sido nefastamente distinta. Sólo he visto agua y más agua. Quedarte con el capirote sin poner y el pabilo enganchado en la mano sin encender te deja vacío, una de las peores sensaciones vividas, una de las peores Semanas Santas vividas meteorológicamente hablando. Ya se ha acabado, ya es Lunes de Pascua. Aún así ha sido inolvidable, de lo malo se aprende, se viven experiencias nuevas y en Semana Santa siempre hay momentos buenos que recordar junto a los menos buenos de este año. Ahora toca vivir cada uno de los 342 días que quedan hasta el próximo Domingo de Ramos como si fuera el último, aprovechando el momento, mejorando pero siempre esperando y dispuesta a hacer de la próxima Semana Santa la mejor de todas.
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