lunes, 13 de diciembre de 2010

con los pies en el suelo

He mejorado respecto a ti mucho en una semana. Será porque me he quitado un gran peso de encima y ahora pienso las cosas con más tranquilidad, sin aportarle esa presión, esa angustia. Será por las tremendas ganas que tengo de no sufrir más. Será porque me lo he tomado muy en serio. Será porque tengo unas ganas locas de disfrutarlo todo al máximo, de ser feliz, de sentirme bien, de valorar lo que me das y lo que me dan y asimilar que si tú no me das tampoco te mereces que te dé y que si el resto me da es a ellos a quien debo dar. Porque son ellos los que me hacen feliz, los que se preocupan por mí diariamente. No tú. 
Habrás sentido que ya estamos muy lejos el uno del otro. Que ya hemos salido de nuestras vidas. Yo aún sigo asimilándolo. Aún sigo pegándote palizas para no pensarte y no echarte de menos, aún sigo repitiéndome todos tus asquerosos defectos para tener razones por las que hacerte desaparecer. En mi cabeza todo el trabajo está hecho. No queda apenas nada de ti. Y cuando lo hay, me desprendo rápidamente de ese recuerdo. Quererte, bueno, sí, te sigo queriendo, es absurdo negarlo. Pero el trabajo más importante ya está hecho. En una sola semana he conseguido hacer lo más importante. La verdad es que yo tampoco me lo creo, pero ha sido así. ¿No es increíble?. Confío muchísimo en mí misma y sé que esto va viento en popa, que necesito un poco más de tiempo, pero algo que me encanta es superarme a mí misma, sorprenderme y demostrarme que mi límite no está donde yo creía que estaba, sino que va más allá. Y contigo voy a superarme y sorprenderme como con nadie más. Y sólo eso ya me hace feliz. Voy a intentar disfrutar de esto. Estoy más cerca de conseguir que cuando te vea me des asco, de sentir indiferencia, esto es, más bien, no sentir nada. 
Ya no quiero nada. Y nada es nada. Cero.



















Me siento bien. Sin ti. Con otras personas. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario